Espiritualizando la Justicia de Dios.
Cuando los cristianos no queremos hacer frente a los mandamientos y demandas que El Señor ha establecido en su Palabra, la salida más olímpica y más fácil es “espiritualizar” la verdad de Dios. Se entiende por espiritualizar, el hecho de sobreponer sobre la demanda o verdad de Dios una “interpretación conveniente”, supuesta verdad sobre-espiritualizada que nos lleva a evitar la verdadera responsabilidad de nuestra obediencia a la voluntad de Dios, aquí y ahora, no en el cielo. El espiritualizar las verdades de Dios es simplemente reducirlas a algo imposible de hacerlo aquí, o trasladarlo al cielo, al milenio, cuando estemos en gloria, o reducirla al aspecto supra-espiritual, conceptual, doctrinal o teológico. Por eso la teología evangélica ha sido reducida al plano de lo irrealizable tomando relevancia en el plano de lo intelectual y conceptual, nada práctico, como que si no tuviéramos que obedecer la teología sistemática o cualquier rama de la teología.
Esto ha sucedido con la Justicia de Dios. Cuando en Mateo 6:33 habla de buscar el reino de Dios y su justicia, nos quedamos con el aspecto súper-espiritual y etéreo del reino de Dios, con el reino futuro o con una experiencia emocional pseudo-espiritual egoísta y nos hacemos “del ojo pacho” en lugar de buscar la justica del reino, que es el aspecto práctico de buscar el bien del hermano y no hacerle daño o perjudicarlo.
Lo mismo sucede con la justificación. El problema de siempre, es que hemos reducido la doctrina dela justificación a solo a un aspecto, solo de salvación, la cual es cierto, pero hay más verdad sobre ella. En realidad si tiene que ver con nuestra paz con Dios (Rom.5:1). También en 3:24 nos dice que “fuimos justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
No debemos olvidar que la justificación se desprende de la justicia de Dios en un trasfondo de injusticia del ser humano. Romanos 3:10-12, ocho veces nos hace ver que el hombre no es justo en ninguna manera, que le es imposible hacerlo, bueno, por su naturaleza propia de injusticia y que está destituido de la gloria de Dios (21 y 23). Por eso la salvación, la redención y la justificación no solo tiene que ver con la seguridad de nuestro destino eterno, sino con una transformación o cambio de naturaleza, de una injusta a una justa, de tal manera, que ahora, por ser justo, SE PUEDE HACER ACCIONES DE JUSTICIA.
El apóstol Pablo nos amplía esta realidad. Así como el ser humano le es imposible ser justo, de la misma manera le es imposible amar a otros como Dios ama. Por esta razón en Romanos 5:1-8 la justificación es complementada con el amor de Dios que debe tener el ser humano. Dice que somos justificados por la fe, que tenemos paz con Dios, que nos introduce a la gracia de Dios, nos hace estar firmes, tener esperanza, a tener victoria sobre las tribulaciones, más aún, que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Se necesita a Dios y de Dios para que el ser humano sea justo como Dios lo es, y que ame como Dios ama. Para que sea justo lo transforma en su naturaleza a través de la justificación y así pueda hacer acciones de justicia que antes eran imposibles de realizar. Para que ame como Dios ama, tiene que darle el Espíritu Santo para que el amor sea derramado en el corazón de la persona y así ame a su prójimo como Dios ama. Por eso se hace inconcebible que los cristianos no seamos justos y no sepamos amar, aún a nuestros enemigos.
El último detalle, es que la justicia que debe practicar el cristiano es la testificada por la ley y los profetas (Romanos 3:21), la que nos habla de no hacer daño a las personas, a no hacer acepción de personas, a pagar salarios justos, a no alterar pesos y medidas, a evitar el maltrato a la mujer, a la niñez y al extranjero, a tener cuidado de no esclavizar a las personas, a no aprovecharse de la debilidad del hermano, a evitar la usura, a perdonar y cancelar deudas, en dar libertad al que le ha servido, etc., etc., etc.
Estas cosas que son imposibles de realizarlas el ser humano por si mismo, ahora por la justificación, la justicia de Dios puede ser hecha en el plano de las relaciones humanas. Por eso es inconcebible que en la realidad evangélica se pueda concebir que los cristianos que dicen haber recibido al Señor como su Salvador y Señor de sus vidas, continúen practicando una injustica asolapada o descarada.
Foursquare Church
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