¿Por qué muchas veces tendemos a complicar nuestra vida de oración?
Mientras asistía a la reunión de oración de la iglesia donde me congrego un jueves por la noche, la meditación irónicamente trataba acerca de la oración y mientras la expositora de la meditación hablaba en una manera muy profunda, me llamo mucho la atención una dinámica que utilizo para determinar la vida de oración que llevamos a traves de una mini encuesta anónima donde la pregunta principal era “Cuanto tiempo dedicas a la oración diaria”, me sorprendió las respuestas que tristemente hacíamos todos los presentes, y si estimábamos un promedio, al día no invertimos más de 10 minutos. Y el Señor me llevo a pensar muchas cosas de inmediato y hacerme esta pregunta ¿Qué ha pasado con nuestra vida de oración?
La biblia dice “Orad sin cesar” 1ª Tesalonicenses 5:17
Desde el principio de la Iglesia cristiana, los creyentes han sido exhortados a orar; sin embargo, a pesar de esas exhortaciones, la mayoría de los creyentes viven una vida de falta de oración.
El problema, creo yo, no es falta de compromiso o de deseo; el problema es más bien la monotonía de la vida de oración, pues casi nadie desea alargar un monólogo, es decir, cuando se cree que se habla con alguien que no estucha ni te responde; o cuando peligrosamente caes en la religiosidad y oras por salir del compromiso.
¿Te ha pasado a ti en alguna ocasión que sientes que nadie te escucha cuando oras?
Déjame decirte que es normal como humanos que pasemos situaciones así, pero el problema es cuando todo el tiempo vivimos bajo esa idea errónea, porque Dios si te escucha, Dios siempre está atento a tus oraciones.
Muchos tienen miedo a la oración, pensando que esta debe ser elaborada y escuchan oraciones de otros que utilizan palabras elocuentes y se llenan de temor y se llega a la mente la idea de que “no puedo orar”; la oración no es solo decir palabras elocuentes o solo porque se escucha bonito, no, la oración va mas allá de eso es más simple de lo que pensamos siempre y cuando lo hagamos con fe. Porque tu no le oras a las personas que están a tu alrededor sino que tu le oras al Padre que está en los cielos. “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” Mateo 6:7
Lo primero que debe suceder es que la oración debe fluir del corazón, en lugar de hacerlo con la cabeza, si es que es una oración nacida del Espíritu. La oración es comenzada, guiada, sostenida y terminada de acuerdo a los dictados de tu corazón. Porque tu oras teniendo una relación intima y genuina con Dios. Uno comienza entrando en contacto con Dios en el corazón, uniéndose con Él atravez de su Santo Espiritu y después, en fe, permitiendo que su poder fluya, declarándolo que existe y alabándole por lo que Él hace y ha hecho.
Es importante mantener el corazón abierto al Señor, permitiéndote recibir las cargas que Él quiera compartir contigo. Usa la visión para concretar las realidades espirituales en fe; mira a Dios; mira su poder uniéndose o fluyendo contigo; no veas lo que tu quieres ver, sino sencillamente abre los ojos de tu corazón. Pídele que te muestre lo que Él quiera veas y Él lo hará.
Te sugiero las siguientes pautas para que tu vida de oración, cambie del monólogo al diálogo, es decir, tu relación intima con Dios comenzara a ser más intensa lejos de toda religiosidad.
Usa la gratitud para mantener la fe durante el resto del día. Procura dar gracias continuamente porque Dios está trabajando en ti y por todo lo que te da por ejemplo la vida, el alimento, etc.
Usa la persistencia y la paciencia para completar sanidades más difíciles (mañana, tarde, noche). “Gracias Señor, por lo que tú has hecho y sigues haciendo en mi vida. Renueva, ahora, ese fluir de sanidad. Gracias.”
Tu fe debe renacer mediante la reeducación de su corazón con la Palabra de Dios, “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” Josué 1:8; “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:1-2.
Renueva tu mente, tus pensamientos, reemplaza todo pensamiento de temor por un pensamiento de fe, todo pensamiento de enfermedad por un pensamiento de sanidad, todo pensamiento de muerte por pensamiento de vida, etc. “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” 2ª Corintios 10:5
Es mi oración que juntos aprendamos a tener comunión con Dios a través de la oración.
Mientras asistía a la reunión de oración de la iglesia donde me congrego un jueves por la noche, la meditación irónicamente trataba acerca de la oración y mientras la expositora de la meditación hablaba en una manera muy profunda, me llamo mucho la atención una dinámica que utilizo para determinar la vida de oración que llevamos a traves de una mini encuesta anónima donde la pregunta principal era “Cuanto tiempo dedicas a la oración diaria”, me sorprendió las respuestas que tristemente hacíamos todos los presentes, y si estimábamos un promedio, al día no invertimos más de 10 minutos. Y el Señor me llevo a pensar muchas cosas de inmediato y hacerme esta pregunta ¿Qué ha pasado con nuestra vida de oración?
La biblia dice “Orad sin cesar” 1ª Tesalonicenses 5:17
Desde el principio de la Iglesia cristiana, los creyentes han sido exhortados a orar; sin embargo, a pesar de esas exhortaciones, la mayoría de los creyentes viven una vida de falta de oración.
El problema, creo yo, no es falta de compromiso o de deseo; el problema es más bien la monotonía de la vida de oración, pues casi nadie desea alargar un monólogo, es decir, cuando se cree que se habla con alguien que no estucha ni te responde; o cuando peligrosamente caes en la religiosidad y oras por salir del compromiso.
¿Te ha pasado a ti en alguna ocasión que sientes que nadie te escucha cuando oras?
Déjame decirte que es normal como humanos que pasemos situaciones así, pero el problema es cuando todo el tiempo vivimos bajo esa idea errónea, porque Dios si te escucha, Dios siempre está atento a tus oraciones.
Muchos tienen miedo a la oración, pensando que esta debe ser elaborada y escuchan oraciones de otros que utilizan palabras elocuentes y se llenan de temor y se llega a la mente la idea de que “no puedo orar”; la oración no es solo decir palabras elocuentes o solo porque se escucha bonito, no, la oración va mas allá de eso es más simple de lo que pensamos siempre y cuando lo hagamos con fe. Porque tu no le oras a las personas que están a tu alrededor sino que tu le oras al Padre que está en los cielos. “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” Mateo 6:7
Lo primero que debe suceder es que la oración debe fluir del corazón, en lugar de hacerlo con la cabeza, si es que es una oración nacida del Espíritu. La oración es comenzada, guiada, sostenida y terminada de acuerdo a los dictados de tu corazón. Porque tu oras teniendo una relación intima y genuina con Dios. Uno comienza entrando en contacto con Dios en el corazón, uniéndose con Él atravez de su Santo Espiritu y después, en fe, permitiendo que su poder fluya, declarándolo que existe y alabándole por lo que Él hace y ha hecho.
Es importante mantener el corazón abierto al Señor, permitiéndote recibir las cargas que Él quiera compartir contigo. Usa la visión para concretar las realidades espirituales en fe; mira a Dios; mira su poder uniéndose o fluyendo contigo; no veas lo que tu quieres ver, sino sencillamente abre los ojos de tu corazón. Pídele que te muestre lo que Él quiera veas y Él lo hará.
Te sugiero las siguientes pautas para que tu vida de oración, cambie del monólogo al diálogo, es decir, tu relación intima con Dios comenzara a ser más intensa lejos de toda religiosidad.
Usa la gratitud para mantener la fe durante el resto del día. Procura dar gracias continuamente porque Dios está trabajando en ti y por todo lo que te da por ejemplo la vida, el alimento, etc.
Usa la persistencia y la paciencia para completar sanidades más difíciles (mañana, tarde, noche). “Gracias Señor, por lo que tú has hecho y sigues haciendo en mi vida. Renueva, ahora, ese fluir de sanidad. Gracias.”
Tu fe debe renacer mediante la reeducación de su corazón con la Palabra de Dios, “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” Josué 1:8; “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:1-2.
Renueva tu mente, tus pensamientos, reemplaza todo pensamiento de temor por un pensamiento de fe, todo pensamiento de enfermedad por un pensamiento de sanidad, todo pensamiento de muerte por pensamiento de vida, etc. “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” 2ª Corintios 10:5
Es mi oración que juntos aprendamos a tener comunión con Dios a través de la oración.
Dios nos bendiga.
Hno. José Luis
Foursquare Church
